“Es más o menos lo típico que todos experimentamos en algún momento dado. Que la gente hable, que te critique, que vas pasando por la calle y te griten algo.

​En cierta ocasión estuve en un plantón en la (Plaza) San Francisco y uno de los (policías) metropolitanos vino y me punteó por detrás, y nos golpearon. En otra ocasión, asimismo, en la Plaza San Francisco, estábamos en una sesión de fotos para un concurso que estaba haciendo la ONU, y algunos sucesos que se fueron dando con personas ultra religiosas y conservadoras, que estaban en el parque. De repente, no sé de dónde vino una botella volando y me impactó en la cabeza, y a mi compañera le regaron jugo encima.   ​

Son cosas que pasan siempre. Con el tiempo tu ya ni haces caso.

El otro tipo de discriminación que he sentido y sí me golpea más fuerte, ya no es directamente a mí; sino a mi hija, por mí. Ahí sí es mucho más complicado.”