NO ERA UNA
OPCIÓN
Yo crecí en los años ochentas. ¡Cero! O, sea en esa época, recién en el año ochenta y cinco estallaba el tema del VIH. Entonces, ser gay, ser homosexual, o ser transexual simplemente no era una opción, era algo que simplemente no pasaba, y si pasaba, no pasaba aquí en Guayaquil, pasaba en otros lados muy lejos de aquí, ¡aquí, no!
Bueno, crecer así fue como… no sé, de niño, tú no sabes, no es que tú te lo planteas. De niño eres muy inocente, te gusta hacer ciertas cosas, de pronto te das cuenta que no te gusta hacer las mismas cosas que a otras niñas. Por ejemplo, a mí, cuando era niña, me gustaba jugar pelota más que jugar con las muñecas, era muy activa. En mi época era bastante más marcado la diferencia de género. Era muy común que si eras niña, todo era rosado; y si eras niño todo era celeste.
No crecí marcada como gay u homosexual, por ningún lado que existía esa posibilidad.
Lo difícil fue en la adolescencia. Ahí es cuando, en la pubertad, te aparece la cuestión de la atracción por otro ser humano. Te das cuenta que no te está atrayendo lo que estás viendo que está pasando con todo el mundo, y eso es duro porque tú creces en esta sociedad en donde no es una opción ser gay.”